Saud Abú Ramadán/EFE
El verano se ha adelantado en la paupérrima Gaza, donde la brisa del Mediterráneo y un paseo junto a la playa sirven de único desahogo para el millón y medio de habitantes asfixiados por más de dos años de bloqueo de Israel.
Uno de ellos es Ibrahim Abu Saman, que ha construido un chiringuito con la ayuda de cuatro jóvenes obreros frente a la playa de la capital de la franja, una labor en la que han tenido que recurrir a palmas, ramas de arboles y maderas viejas.
"Todavía no he conseguido que me traigan las sillas y mesas de plástico, ni tampoco las sombrillas. Llamo cada día a los proveedores y me dicen que traerán la mercancía pronto, al finalizar el día", se lamenta Abu Saman, que ha puesto a su establecimiento el luminoso nombre de al-Shoruk, o Salida del Sol.
Pese a todas las dificultades, Abu Saman se prepara para la temporada y acaba de comprar una nevera de segunda mano para conservar los refrescos y los helados, además de un hornillo para las bebidas calientes con la esperanza de que este verano el negocio se le dé mejor que en los últimos dos veranos.
"Los jueves y viernes son los mejores días porque vienen decenas de familias con hijos y se pasan toda la noche o toda la jornada disfrutando de la playa", explica el empresario, que ha levantado también diez tiendas de campaña para "las familias que necesiten privacidad".
Mohamed Tolba, vendedor de productos de alimentación, explica que la playa es el único lugar de Gaza al que puede ir la gente con su familia para divertirse, "dejando a un lado los incontables inconvenientes que resultan del bloqueo israelí".
Ese es el caso de Um Walid, de 69 años y madre de familia con cuatro hijos y varios nietos que acude todos los viernes a la costa para "pasar un buen rato, y olvidar los problemas".
El chiringuito de Abu Saman no es el único que ha surgido casi de la noche a la mañana; a lo largo de toda la costa de Gaza -de cuarenta kilómetros de largo- han proliferado en los últimos días decenas de pequeños cafés y restaurantes, después de que sus propietarios lograran los necesarios permisos del Gobierno de Hamás.
La Municipalidad de Gaza, en coordinación con el Ministerio de Sanidad del movimiento islamista, ha enviado incluso a equipos de expertos para que comprueben la salubridad de las aguas a fin de poder determinar si son aptas para el baño.
Tras el peritaje, el alcalde en funciones de Gaza capital, Rafiq Miki, advirtió de que hay dos lugares donde está prohibido bañarse porque el mar está contaminado de aguas negras.
Además de por la llegada del buen tiempo, la afluencia a la playa se ha visto incrementada por el inicio del período vacacional de tres meses para decenas de miles de escolares.
Y por la inactividad de los 70.000 funcionarios y empleados de los organismos de seguridad leales al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el moderado Mahmud Abás; reciben sus salarios pero a condición de que rechacen colaborar o trabajar para Hamás, por lo que pasan las horas sin saber que hacer.
El periodo estival, y el relajo que conllevan estas fechas, cobran este año particular significado tras la cruenta ofensiva militar israelí de diciembre y enero pasados, que dejó 1.400 muertos, 5.000 heridos y cuantiosos daños materiales.
Pero la vida sigue adelante, así como los esfuerzos por recuperar una imagen de normalidad; las autoridades islamistas han anunciado que, aparte de los peritajes sobre la salubridad del baño, se han establecido a lo largo de la playa once puntos de asistencia médica, y el mismo número de puestos de primeros auxilios para bañistas.